Y así se nos va dando la información. A veces de forma más contundente y otras menos, pero siempre de una manera muy sabia para que podamos ir digiriéndola.

Me gustaría compartir cuatro experiencias curiosas que me ocurrieron hace unos días y cómo, hoy, me doy cuenta de que forman un hermoso e instructivo puzzle.

La primera de ellas fue quizás la más singular, por describirla de alguna forma.

Me encontraba por la noche acondicionando la sala para los desayunos del día siguiente de los clientes del hotel. En particular, estaba cogiendo la bollería del almacén para rellenar las cestas, y en cuanto los toqué, una palabra vino a mi cabeza: stinky.

– ¿Stinky? Me dije.

Si. Sentí una afirmación ante la palabra. De alguna manera sabía que era una palabra en inglés y no una palabra cualquiera inventada.

Entre anonadada y atontada me dirigí hacia mi pareja que estaba viendo la tele para preguntarle qué significado tenía aquella palabra. Él tiene muy buen nivel de inglés.

Se llevó una mano a la nariz en un gesto de que era algo asqueroso y maloliente.

Busqué la traducción y efectivamente significaba asqueroso, repugnante, apestoso.

Me quedé atónita.

Efectivamente ese es mi pensamiento sobre la bollería, aunque muchas veces me descubro pensando en comerme un bollo de esos, sobre todo cuando me encuentro aburrida o ansiosa.

Durante la segunda experiencia estaba dirigiéndome a coger mi coche para salir. Entonces otra palabra llegó a mi cabeza: Mercy.

– ¿Mercy? ¿en inglés también? ¿Misericordia? Dije yo.

– Sí. También en francés. Mercy, gracias.

En el momento de escribir este artículo, se me lleva la atención a buscar etimológicamente la palabra “gracias”, pues entenderé que “Gracia”, también viene del mismo lugar. Desde luego todo tiene mucho sentido. Ahora desarrollo la cuestión.

El diccionario de la real academia española le da catorce diferentes significados a la palabra “gracia”. “Gracias” con la semántica de agradecer o dar gracias proviene de la frase -gratias aguere- dar gracias. La palabra “gracias” proviene del latín -gratia- la cual deriva de -gratus- agradable, agradecido y en origen “gratia” en latín significa la honra o alabanza que sin más se tributa a otro, para luego significar el favor y reconocimiento de un favor.

En griego existe el término “cárites” que genera en latín un préstamo literario que es “charites” para referirse a las gracias, vocablo griego que se deriva del sustantivo de muy diversos significados: gracias, atractivo, encanto, belleza, hermosura, donaire, garbo, elegancia, etc. del que viene la palabra caridad a través del latín “charitas” y Cáritas “caritatis” y que contribuye en la formación de caricia que nos llega a través del italiano “carizze”.

Así me doy cuenta de la conexión entre las palabras misericordia y caridad.

Misericorida: Su etimología, del latín misere (miseria, necesidad), cor, cordis (corazón) e ia (hacia los demás); significa tener un corazón solidario con aquellos que tienen necesidad.

Caridad: La palabra «caridad» viene del latín caritas y significa «virtud de amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo».

Sentí una experiencia interior de mucho amor y comprensión, aunque no sabía aún por qué.

La tercera experiencia me llega a través de uno de mis mentores. Cuando le cuento la experiencia con la palabra “stinky”, me habla de cómo percibe que mi capacidad telepática se está desarrollando, pues parece que existe comunicación entre nosotros más allá de nuestro consciente. Me pregunta cuánto tiempo había pasado desde que recibí esa palabra.

– Cinco días, le dije.

– Curioso… Toda mi formación la recibo en inglés y justamente hace unos cinco días estaba en una formación en la que hablábamos sobre “las energías stinky”.

Me quedé dándole vueltas, y no a la sincronicidad de la palabra, que, por supuesto fue impactante, sino al uso del concepto “energías”. En ese momento no llegué a ninguna conclusión en relación a la palabra en particular, aunque sí ante la idea de por qué en ingles. Me parece que este idioma es mucho más plástico y me ayuda personalmente a retirar la programación que tengo ante determinados términos en español.

La cuarta y última experiencia me llega a través del sueño de esta pasada noche. Podría catalogarla como pesadilla, pero no hubo padecimiento ni sufrimiento en ella, sino, más bien, un estado semi consciente de comprensión de algo. La consciencia de esa comprensión llegó con claridad esta mañana cuando compartí toda esta información con un gran amigo.

En el sueño, una compañera y yo, llegábamos a una casa. Podría decirse que era como si perteneciésemos a un grupo de asistencia social. Llegamos a la puerta y nada más abrirla un sudor helado me recorrió de arriba abajo. Si esto fuese una película de miedo, me hubiese imaginado encontrarme al fantasma de Chucky al dar la vuelta en la siguiente esquina.

Recorrimos la casa. Me fijé en la cocina, era un desastre. Ropa tirada, cacharros y platos sucios esparcidos incluso en el suelo.

Entramos en una habitación en la que había dos camas. La habitación era muy austera. No había nada, excepto los catres y una ventana al fondo. Uno de ellos estaba más pegado hacia la pared de la ventana y la otra estaba en el medio de la habitación. El lugar era denso y muy desagradable. Los colchones estaban deformes y sucios y en la cama del medio de la habitación percibimos cómo debajo de la ropa hedionda había una mujer en muy mal estado. Su piel era violácea, llena de llagas, sucia y con los pocos dientes que tenía podridos. Aquella sensación seguía poniendo los pelos de la nuca de punta a mi yo soñador, en cambio, otra yo que también vivía el sueño, no lo experimentaba de la misma manera. Esa otra yo, sabía que estaba a punto de comprender algo. Sentí cómo mi corazón se iba agrandando y llenándose de calor.

Apareció en escena un hombre más joven que la mujer que permanecía acostada. Estaba al cargo de la mujer. Él tampoco era un ejemplo de higiene y acicale. En ese momento llegó la palabra “mezquino” a mi cabeza y una comprensión profunda del asunto. ¿Qué hacemos en estos casos? Sugirió una voz dentro de mí. ¿Hay maldad aquí? Bueno, si quieres verlo así… lo que hay es mezquindad.

Dejo a continuación la anotación de su etimología.

La palabra mezquindad tiene el significado de «avaricia, egoísmo, cualidad de tacaño» y viene del sufijo -dad (cualidad) sobre la palabra mezquino y esta del árabe miskín.

Se repite la idea en mi cabeza, mientras mi otra yo seguía helada y con el vello de punta. – ¿Qué hacemos en estos casos?

Me desperté del sueño sabiendo que había estado ante una lección.

Esta energía stinky, me muestra cómo la mezquindad me otorga la posibilidad de experimentar la gracia de la misericordia y de la caridad.

Todo contacto, toda relación supone el intrincado perfecto para que cada una de sus partes, se pueda reconocer como una unidad.

Nada es desechable en el Universo y todo tiene un por qué y un para qué apuntando a una única dirección.

Siempre hay dos partes en un asunto que representan las polaridades de algo que está por descubrir.

En esta última pieza de este puzzle, yo fui una de las “x” e “infinitas” oportunidades para que ese ser, existente en el plano que fuere, pudiese salir, si fuese su voluntad, de ese ambiente, de ese momento de vida en el que está.

Ese ser mezquino representa una de las “x” e “infinitas” posibilidades de que yo pudiese superar el miedo a lo que no comprendo, a salir de mi propio juicio sobre lo que es correcto e incorrecto y adentrarme en el desarrollo de mis propias virtudes.

Todo es exactamente consonante tal y como ocurre, siempre sintonizado a la perfección con el libre albedrío que existe dentro del AMOR.

María Garrido Garrido.