Hola. Soy un ser en evolución igual que tú.

Siempre fui una buscadora de respuestas. Desde niña me hice preguntas. ¿Por qué me siento de esta manera? ¿Por qué me emociono cuando veo la luna o las estrellas?

Cuando hecho la vista atrás, veo que quizás uno de mis primeros pacientes fue mi padre.

Yo tenía 17 años,  mi madre acababa de fallecer y él empezó a sumirse en una honda y oscura tristeza. Por supuesto, yo también estuve muy triste, pero de una forma bastante rápida surgió en mí una curiosa resiliencia; y esa capacidad la puse al servicio de mi queridísimo padre. Sentarme con él, acompañarle mientras veía la televisión, charlar y darle algunas ideas de cómo podía enfocarse para intentar sobreponerse, fue algo que me salió de forma muy natural. Al año siguiente empecé a estudiar psicología.

Acabé la carrera especializándome en social y empresas. La clínica me parecía una enorme responsabilidad. Más tarde entendí que la responsabilidad forma parte de todo y no solo de una profesión en particular.

No encontraba mi sitio en el mundo de la dirección de recursos humanos  y seguí estudiando. Empecé con algo que me gustaba desde niña y totalmente alejado de mi carrera. Estudié peluquería y estética y al terminar abrí una pequeña peluquería en el pueblo en el que vivía. Encontré que la parte de la estética en la que se daban masajes me llamaba mucho la atención y además se me daba muy bien. Hice un cursillo breve de masaje terapéutico y casi sin darme cuenta empecé a tener clientes para que le solucionase diferentes malestares y decidí especializarme más. De nuevo cogí los libros y estudié osteopatía.  A pesar de que era una estudiante, los pacientes iban aumentando y me encontraba con ellos charlando sobre sus problemas mientras deshacía sus contracturas y colocaba algunas articulaciones. La carrera de psicólogo seguía llamando discretamente a mi puerta. Fui dejando atrás mi vertiente de peluquera porque la osteopatía  me apasionaba y lo sigue haciendo. Estudié todas sus vertientes: articular, craneosacral, visceral, biodinámica… y al acabar, abrí con mucha ilusión una clínica de carácter integrativo.

Me di cuenta de que esta forma de medicina manual era extraordinariamente resolutiva. Los efectos en los pacientes eran cada vez más asombrosos, y a medida que fui dejando atrás mis estrecheces mentales y prejuicios, y me fui abriendo cada vez más y más, empezaron a llegar resultados que parecían realmente fuera de lo ordinario.

Entendí que la unión entre mente y cuerpo no era solo una frase hecha, sino una clara y diáfana verdad; que todo lo que hay es energía y que nosotros también lo somos, haciendo un viaje experiencial en el que cada vez vamos ganando más consciencia y esto se convirtió en el pilar fundamental de mi trabajo.

Cada vez llegaban a mi vida más y más intuiciones, sincronías, y todo tipo de eventos sin mucha lógica racional pero extraordinariamente sanadoras. Aprendí a reconciliarme con mi parte más intuitiva y me permití dejarla crecer.

Recuperé firmemente mi carrera  de psicología y me especialicé como psicólogo sanitario.

Y aquí sigo, un ser como tú, en su propio camino de apertura de consciencia, tratando de servir a mis compañeros de viaje. Ayudando con las herramientas  y habilidades que fui adquiriendo y ahora también enseñando todo lo que fui aprendiendo.