ATENTO A LAS SEÑALES.

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Hoy volví a tener una conversación con Natalia. Son estimulantes todos nuestros encuentros, de cada uno siempre obtengo maravillosas experiencias que me hacen llegar a conclusiones que me encantan manifestar en forma de escritos, ejemplos y propuestas prácticas aplicables tanto a mi vida personal como a mi trabajo.

Hoy Natalia me cuenta una anécdota que vivió este fin de semana con su amiga Natalia. Sí, se llaman igual y cuán maravillosamente lógica me parece esta supuesta paradoja.

Llamaré a la Natalia que yo conozco, MiNa, una forma de explicarme indicando que es Mi Natalia. A la otra Natalia, la denominaré SuNa, dejo a tu imaginación, el razonamiento del alias.

Pues bien, MiNa, me cuenta que SuNa se había desconectado de las redes sociales porque le causan daño. Me parece que este es un paso siempre adecuado, al igual que todos, dicho sea de paso.

Si no puedes con el movimiento interior que te produce lo que recibes, está claro que retirarse es muy sanador, pero no el juzgarlos, pues no es nada malo en sí mismo lo que está ocurriendo, sino más bien, es simplemente algo con lo que en este momento no puedes.

Como SuNa no tiene redes, MiNa le cuenta el último cotilleo, como lo denominó ella, de la situación de su antigua pandilla de la facultad. Una pareja formada en aquel entonces se casaba. MiNa le hace poner atención no solo al hecho del enlace, sino al estado de las demás chicas de la foto. Dos embarazadas y dos que acababan de dar a luz.

La respuesta de SuNa no se hizo esperar. Sí ¡Todo dios está embarazado! ¡Estoy rodeada de embarazadas!

Mi conversación con MiNa se pone emocionante a partir de esta exposición. ¿Cuál es la razón de por qué yo lo vivo como interesante? ¿Cómo he conseguido llegar a este punto?

En mi experiencia casi diaria con ella, llego a la conclusión de que la razón de este hecho es que he empezado a desarrollar mi cuerpo emocional. Estoy aprendiendo a manejar esa energía que al principio da muchos bandazos. La experiencia interior es que me importa lo suficiente como para prestarle atención, mirarle a los ojos y estar presente en nuestra conversación.

Me recuerdo en este momento que aún tengo conversaciones con personas que me importan y a los que no atiendo como parece corresponder mis sentimientos por ellos. Está claro que, por ignorancia y egoísmo, parece que mi ego se despista muchas veces pensando que quizás sea más importante lo que estamos escribiendo, escuchando o haciendo, olvidándose de que todo lo que ocurre a nuestro alrededor, es, en exclusiva, para nosotros.

Gracias por el recordatorio, tomo nota.

Me gustan las acepciones de los vocablos ingleses, to care, cuidar, importar, preocuparse, ¡todo al mismo tiempo! y de to atend, asisitr, ir hacia, estar presente.

He comprobado, sobre todo en estos últimos años, que este modo de estar en actitud de recibir, es situarme, colocarme conscientemente, activamente, voluntariosamente y a gusto en esa energía de tipo 2 como yo la denomino, en principio yin, positivo (que no “bueno”), femenino (que no mujer), es como poner mi mano abierta al universo y en respuesta, este siempre me la llena con experiencias del mismo orden en el que yo emané. Para eso primero me paro, percibo, observo, tomo nota y actúo.

Todos nosotros somos seres radiantes, chispas radiantes de un sol. Lo radiante emana y emite todo. Es decir que todo está a disposición, es como estar delante de un catering con todo lo que puedas imaginar para comer, pero en ese catering hay cosas que ahora ya sabes, eres consciente de que te pueden sentar mal y otras que sabes que te van a nutrir. Es nuestra voluntad elegir lo que nos conviene y dejar lo demás, y no es cuestión de tirarlo, porque estos otros alimentos le darán la posibilidad a otro de poder escoger.

Si yo tengo mi mano abierta y solicito, pero sin darme cuenta mi disposición es de pedir, es decir, solicitar emanando que no tengo, lo que me llega es precisamente eso, algo carente. Todo perfecto, todo correspondiente, solicitar pidiendo, recibir carencia.

Hablamos sobre lo que significa ser y estar. Lo que uno es, lo es y además siempre, pero uno puede darse cuenta de ello, es decir, estar al tanto del hecho o no.

Eso es lo que representa que ella en el fondo lo sabe, porque es y el ser todo lo sabe, pero “delante” por así decirlo, su “estado” de consciencia, aún no se da cuenta, es decir, no tiene consciencia del hecho, está ahí, pero no consciente de lo que es.

MiNa me cuenta que acto seguido le pide disculpas a SuNa, ya que, si llega a saber que le iba a hacer daño su comentario, no lo hubiese hecho.

– ¿Si lo llegas a haber sabido? ¿Pero tú sabías que ella está intentando quedarse embarazada? ¿No me comentaste que se dio de baja en las redes sociales porque se comparaba todo el rato con todo el mundo?

MiNa me preguntó entonces si el ir más despacio haría que ella se hubiese dando cuenta de esta información que en realidad ya tenía.

– Sí, es más probable que te hubieses dado cuenta, pero más aún si tu lentitud fuese consciente. Es decir, hacer las cosas lentamente, con cuidado y atento a.

La simple lentitud es un paso anterior y necesario, pero ahora que ya sabes, intenta hacerlo con toda tu consciencia.

– Esto es como ir al gimnasio espritual, jajaja, me dice.

– Tal cual. Eso te ayudará a despertar y a desarrollar el músculo de la atención, esa actitud te devuelve tu consciencia al ser, es como si realizases una especie de mirada hacia el “ti mismo”. La lentitud consciente pertenece a esa energía de tipo 2, el principio yin, a un 1+1, es decir, yo hacia YO.

Hablamos sobre su concepto de atención y de las connotaciones negativas que ella tenía de esa palabra. Se unió esta conversación a la que habíamos tenido en días anteriores en relación a cómo todos los conceptos son susceptibles de poder crecer y elevarse, es decir ser inclusivos y cómo nuestra idea personal sobre lo que significa cada cosa nos mantiene, sin darnos a penas cuenta, en el programa que nosotros mismos hemos creado y aceptado.

Le presenté mi idea sobre la atención.

– Un niño está siempre atento y eso no le produce ansiedad, su nivel de tensión no le produce dolor, más bien es el óptimo para el suceso, está totalmente preparado para recibir cualquier cosa que caiga en su campo de acción, está exultante y entusiasmado porque ello ocurra y lo sujetará con todas sus ganas para poder participar activamente de esa experiencia.

¿Es así como te dispones ante tus experiencias sean cuales sean, incluso cosas tan “nimias” como tener una charla con una amiga?

Te pongo otro ejemplo. ¿Tener una alarma puesta en el móvil te produce malestar?

Vivir en estado de atención, significa vivir siendo y, por tanto, sabiendo, es decir, dándose cuenta realmente de que todo lo que le llega a uno, es algo a lo que atender, es la baza de cartas que el Universo nos devuelve para jugar con él.

Hoy me gustaría invitarte a que permanezcas atento a lo que te llega.

¡Haz caso a las señales! porque eres tú hablándote a ti mismo.

María Garrido Garrido

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