Nuestra humanidad.

En nuestro camino hacia nuestro propio descubrimiento, vamos desprendiéndonos de diferentes velos. Aparentemente son muchos, aunque todos hablan de lo mismo, de nuestra ignorancia, de nuestra inconsciencia.

A medida que vamos avanzando, a medida que vamos creciendo y descubriendo más sobre nosotros mismos, se vislumbra un velo que parece que nunca se va a caer y curiosamente se refiere a la misma información.

Es interesante observar cómo a pesar de referirse a lo mismo y usando las mismas herramientas que te ayudaron a quitarte los anteriores, el último velo no se cae, pues necesita un “toque” especial para poder hacerlo.

Supuestamente nunca podremos deshacernos de él en su totalidad, por lo menos mientras estemos manifestados en la materia. Y ahí parece estar el quiz de la cuestión.

Mientras estemos aparecidos en este plano material hemos de jugar con sus reglas y la característica principal de la materia es su densidad, su ceguera ante lo evidente, su procedencia, su origen, su herencia.

En esta situación me doy cuenta de que tener una herencia no significa poder disfrutar de ella plenamente pues siempre hay que pagar algún impuesto y este es nuestro precio y nuestro reto. Saber qué somos y al mismo tiempo estar enganchados.

Por mucho que te empeñes, por mucho que trates de elevarte, por mucho que estudies, experimentes y sepas, siempre habrá un tanto por ciento por pequeño que sea que “te ate” a esta bendita humanidad.

Quizás sea eso lo que te haga recordar que eres todo y nada, que eres hijo y padre, que eres luz y oscuridad.

Eso es lo que te recuerda que puedes hacerlo todo solo y nada puedes hacer si te crees aislado.

Siempre habrá una piedra en el camino, aunque sea una pequeña china que te moleste en el zapato cuya misión es recordarte una y otra vez qué te falta, aunque sabes que lo tienes todo. Te recuerda qué eres, pero que estás, que sabes, pero que no ves del todo.

El inconsciente colectivo emana sus tentáculos hacia tu inconsciente particular, y, de vez en cuando, sale a la superficie algún miedo, alguna duda, alguna pequeña y oscura información que te recuerda quién eres, pero dónde estás.

Bendita humanidad que nos hace recordar.

A Isis en la Tierra siempre le quedará un velo.

María Garrido Garrido.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *