APRENDIENDO DE LAS EXPERIENCIAS. EL PUENTE DE PLATA.

Mucho se habla sobre soltar, sobre que dejemos ir las cosas que nos hacen daño, y estoy totalmente de acuerdo; pero la verdad es que las cosas se pueden ir de muchas formas.

Aquello que nos hace sufrir, es una energía que roza a nuestro ego aprendiz, fruto de la creación de expectativas.

Los comportamientos de los demás que nos hacen experimentar conflicto, son actos que compensan cuestiones de nosotros mismos que no tenemos integradas, que no están en equilibrio. Bien las poseemos en exceso o en defecto.

Son cuestiones que están en nuestra sombra, algo que aún no comprendemos, heridas que tenemos sin curar y que nos hacen expresarnos de forma no equilibrada.

La ignorancia, falta de conocimiento profundo, sobre ese asunto, es la que crea la falta de equilibrio en nuestro interior y que yo como ego desconozco, pero que yo como alma, deseo completar.

Yo como ego no puedo verlo solo, porque está en un lugar sin luz, en sombra. Está situado allí porque aún no soy capaz de digerirlo. Está en ignorancia, y como normalmente no estamos chequeando nuestra sombra cada dos por tres para ver que hay ahí, la vida nos trae a otra persona que gracias a su configuración especial puede mostrárnoslo a través de nuestra relación de amistad, compañerismo, familia o pareja.

Como es algo no integrado, no completo en mí, lo tengo que vivir a través de un conflicto más o menos potente. Ha de hacerse notar de alguna manera para poder conseguir captar mi atención.

Por tanto, nuestros roces con los demás no son problemas en sí, sino llamadas de atención de nuestra alma para que nuestro ego mire allí. Son puertas de entrada a nuestra propia completitud.

Pero entonces… ¿Qué hacer?

¿Le prestamos atención a esa experiencia que nos hace experimentar malestar para intentar aprender qué nos quiere enseñar o la soltamos?

El corazón me ha enseñado que la Verdad se haya detrás de lo que aparenta ser una paradoja y esto, no parece ser una excepción.

Hace años, durante un curso de terapia craneosacral biodinámica, el maestro nos estaba enseñando el arte de escuchar y confiar en que “la marea” resolverá.

¡Qué alejado estaba eso de mi forma de actuar!

Hasta ese entonces, a mí me habían enseñado que el terapeuta era quien tenía que hacer algo, el que tenía que resolver.

-Maestro, entonces… ¿Cómo actuar? Pregunté. ¿Hacemos o no hacemos?

El maestro muy amablemente me contestó…

– Usted es osteópata ¿verdad?

Sí. Dije yo.

Claro… dijo amablemente.

Bien. Le daré un consejo. Una cosa es que usted haga algo y otra es que lo haga todo el tiempo.

En aquel momento no me di cuenta de cuánta sabiduría se escondía en aquella frase, tuvieron que pasar varios años y otros tantos traspiés para ayudarme a comprender.

Se suele decir que para resolver un problema hay que mirarlo de frente; pero tal y como Einstein nos enseñó, para poder tener buena vista y ser más objetivos, lo más resolutivo es verlo desde arriba; desde un lugar más alto del que se creó. Pero ¿Qué significa exactamente todo esto?

Que no podemos resolver lo que nosotros consideramos un problema desde nuestro ego, desde nuestra mente racional, porque es precisamente quien lo creó como medio para poder aportar al crecimiento de nuestra alma.

Hemos de subir al peldaño del alma, del ser más elevado que también somos para poder observar la verdad sobre lo que está ocurriendo.

Efectivamente, las experiencias que nos ocurren en la vida se nos presentan para enseñarnos algo; para que nos vayamos re-conociendo y completando a nosotros mismos como unidad y así poder llegar a ser co-creadores conscientes, conjuntamente con todos nuestros hermanos humanos. Así que, haríamos bien en prestar atención a la información sobre la que nos pueden estar hablando, mas con cuidado de no enredarnos con nuestra pequeña mente, puesto que esto solo le dará oxígeno a nuestro ego, y cada vez será más y más difícil subir a ese lugar más alto desde donde poder observar con un poco más de objetividad la situación.

Estos son los consejos que puedo dar desde mi experiencia personal para atender un evento que nos provoca malestar y poder aprender algo sobre ello.

1. Respíralo, no lo niegues.

Con esto me refiero a lo que desde otras perspectivas se denomina abrazar el dolor. El malestar está ahí y se presenta con una energía intensa y penetrante, así que reprimirla o no atenderla solo hará que se haga más fuerte en algún lugar de ti a la espera de que un día puedas atenderla. De primeras, esta no parece una mala opción, pero la espera y la acumulación también tienen sus consecuencias.

2. Libera esa energía.

Expresa toda la emoción que se mueve dentro de ti, bien con un terapeuta, depositándolo por escrito en un diario, o con un amigo que te pueda sostener.

El encontrar a alguien que sepa sostenerte es importante para este menester. La gran mayoría de las personas que son receptoras de las necesidades de liberación energética de un amigo, piensan que le cuentan su problema para darle una solución o su opinión sobre el tema, y normalmente no es así. La petición suele ser solo de escucha.

A no ser que la persona lo pida expresamente, es mejor abstenerse de comentarios y opiniones. La persona que necesita hablar, solo necesita a alguien que la sepa escuchar y contener toda la energía interior que la remueve por dentro.

Hay personas que me comentan que para liberarse de la carga de los conflictos hacen ejercicio. Si esto te ayuda, estupendo.

Si te decides por escribirlo, te aconsejo que lo hagas a mano; será mucho más terapéutico, ya que la precisión del mensaje será mayor que si lo haces a través de un teclado.

3. Déjalo en la despensa.

Para mí la despensa, es ese lugar mágico que existe dentro de cada uno de nosotros, en el que las levaduras de la vida hacen su función y al cabo de un tiempo nos ofrecen algo nuevo.

Esto podría significar para algunos, no hacer nada, pero nada más lejos. La despensa no es un saco sin fondo, es un lugar donde guardo los alimentos que me servirán de nutrición cuando llegue el momento.

Dejar el tema en la despensa supone mucho esfuerzo de voluntad, porque a pesar de que la fuerza de la energía primigenia que generó el impacto está liberada, aún hay mucha fuerza de inercia como para poder ir una y otra vez sobre el tema.

Si no tenemos cuidado, esto podría ser alimento para nuestro ego aprendiz. Hemos de esforzarnos en dejarlo en reposo.

Si te saltas este vital paso, tu mente entrará en bucle tratando de buscar un por qué o un para qué, ya que es la forma que cree más adecuada para afrontar los sucesos; pero recuerda que tienes que ascender un peldaño para poder observar con claridad y para eso es mejor que dejes reposar el barro.

Somos seres que funcionamos con “programas” y por ahora, aún tienes activas las creencias que te llevaron a vivir esa experiencia en la forma particular en la que la viviste.

Estás en lucha contigo mismo, así que sé amoroso y paciente. Puede que no te des cuenta, pero con este paso estás cultivando varios aspectos del amor, como la paciencia, la mesura y la paz interior. Si se lo permites, estas son las levaduras que pueden hacer su efecto sobre la información que está depositada en la despensa.

Cada vez que el tema quiera salir de la despensa, aplica tu voluntad para volver a meterlo dentro; pero no con represión, sino con amor y comprensión. Tu ser y tu ego aprendiz están en una conversación para poder crecer.

Cuanto más te identifiques con tu ego y con “su drama” personal, más fuerza tendrás que hacer para volver a meter la energía en la despensa. Cuanto más te vayas des-identificando de él y más te alinees con tu ser, más calma y poder de observación ganarás.

Vuelve a respirar, mira hacia tu interior, conecta con tu maestro interno, cálmate y sigue adelante con tus quehaceres.

Las levaduras irán haciendo su efecto y cada vez la frecuencia y la presión con la que tu mente contacta con este tema disminuirá hasta que llegue un momento en el que, lo que la experiencia te quería enseñar salga sola de la despensa, y ahí es cuando podrás verla con mayor claridad.

Pero en muchas ocasiones, el ansia nos hace caer en un ego supuestamente más elevado, un ego “espirituoso” como yo lo denomino, y pensando que podemos enfrentarnos a la situación, el enredo está asegurado.

Has de estar atento, mas si tienes tesón y cultivas la confianza, la solución saldrá sola de la despensa.

Quizás estábamos hablando de lo mucho que le exiges a los demás y a ti mismo, de lo poco que te tienes en cuenta, de la enorme carencia de amor que sientes y que necesitas aplacar, de tu miedo a la soledad, a ser abandonado, etc.

4. Observar desde tu atalaya.

Este es un punto muy particular. Lo que muchos denominan ponerse en “modo observador”.

Desde mi punto de vista, este es un lugar peligroso. Es un lugar de observación, mas hay que estar atentos a si nos situamos en él desde nuestro ego espirituoso o desde la verdad de nuestra alma.

A veces pensamos que sabemos, creemos que podemos… solo nuestro sentir interior nos revelará la vedad.

¿Cómo podremos identificar desde que punto estamos?

Por lo que nos hace experimentar interiormente.

Si la información que te llega te provoca dolor interior, pero ese dolor claramente te está trayendo un aprendizaje, estás situado en tu alma. Es como cuando le estás poniendo agua oxigenada a una herida. Te pica, pero sabes que te está haciendo bien.

Pero si ese dolor es más acuciante y con un poco que le prestes atención te hace experimentar, culpa, rabia o frustración; déjalo. Estás en la atalaya desde tu ego.

Mi recomendación es que deposites tu confianza en un experto que te pueda aportar luz sobre la cuestión y, poco a poco, con su ayuda, no solo aprenderás sobre este tema en concreto, sino que tomarás soltura en cómo analizar los conflictos, en general, para extraer la información importante sin entrar en bucle una y otra vez.

Con la ayuda de los demás es como conseguimos aprender. Nuestras relaciones, sean de amistad, de amor de pareja, familiar o terapéutica, son los espejos que necesitamos para poder avanzar en nuestro desarrollo. Solo el niño pequeño dice: “yo solito”; y es estupendo que lo intente él solo; pero llega un momento en que se da cuenta que la ayuda solo lo vuelve un ser dependiente o un inválido, si no sabe extraer aprendizaje de ella.

Si lo sabemos ver, la ayuda de un “hermano” sobre un tema en concreto, se podrá convertir en un aprendizaje para toda la vida. Una llave maestra que te permitirá abrir muchas puertas.

Te dejo unos consejos por si lo quieres intentar.

Acércate a este paso despacio y brevemente. Si te quedas mucho tiempo en este punto, es muy probable que el programa anterior entre en acción. Sé cauteloso.

Sitúate en un lugar tranquilo en el que sepas que no vas a ser molestado. Cierra tus ojos y dirígete hacia tu interior. Ten un boli y papel a mano y desapégate de ti mismo, de tu drama personal. Imagínate que es otra persona la que recibió esas palabras o esa experiencia dolorosa, o intenta ver la escena como si la estuvieras viendo en una pantalla.

Tienes que observar qué sintió el personaje que está haciendo de ti, pero sin llegar a entrar en la emoción para que no te arrastre. Si no lo consigues, mételo de nuevo en la despensa. Aún no es el momento y necesita seguir reposando.

Poco a poco, a medida que te vayas ejercitando, verás que podrás llegar a observar sin entrar emocionalmente en la película, o con una alta gestión de tus sentimientos.

Si has llegado a este punto, apunta todo lo que te llama la atención de cómo se siente y se comporta tu personaje. ¿De qué están hablando esas personas? ¿De falta de valor personal, de sentimiento de abandono, de frustración…?

Estás viendo literalmente una película y si tomas la distancia adecuada podrás saber de qué están hablando esos personajes.

Anota, respira y vuelve a meterlo todo en la despensa. No entres aún en tratar de entender. Si no tienes práctica suficiente, tu ego aprendiz entrará en acción rápidamente.

Estas experiencias son muy dolorosas para el ego y a pesar de que puedas tener mucha experiencia, la desidentificación siempre es solo parcial.

5. El puente de plata.

Las aguas se van calmando y puede que estés empezando a entender qué tipo de información estaba tratando de mostrarte esta experiencia. Puede que te tome unos días, unas semanas o meses este ejercicio, mas a medida que todo se va equilibrando, a medida que vas comprendiendo de qué va todo este drama, verás que una preciosa salida nace de esta situación para sacarte de ella.

Cuando algo nos hace daño, una experiencia dolorosa, tendemos a querer huir y a no querer saber nada sobre del asunto. Quema demasiado. Este ejercicio hará que puedas sacar algo en limpio y que puedas dejar la relación, o soltar el apego a lo que sea a través de lo que yo llamo, un puente de plata, y no a través de un portazo.

El puente de plata es un nuevo camino, un nuevo punto más luminoso desde donde poder estar con esa persona o una salida amorosa a esa relación que te traerá nuevas experiencias, pues de la anterior ya has extraído todo lo que tu ser necesitaba.

El espejo que te mostraba tus faltas o excesos para completarte está saturado y ya no puede enseñarte más.

Esta es la razón por la que muchas personas desaparecen de nuestra vida tras haber tenido años de relación, pero a veces no nos damos cuenta de lo que realmente está ocurriendo. La verdad es que suele ser a nosotros a quienes nos cuesta dejarlas marchar.

¿Cómo saber si el puente es de plata? ¿Una salida amorosa a este asunto o una nueva forma de relacionarte con esa persona?

Porque tus sentimientos se parecerán más a la compasión real tanto para ti como para el otro, más que al victimismo; y experimentarás el poder del crecimiento que ejerce el desapego. La ira, el enfado, la queja o la frustración se quedarán en el camino.

Si esto último ocurre, es que el espejo aún no está lo suficientemente saturado. Mi consejo, por muy extraño que pueda parecerte, es que, a pesar de que tu ego te grite: “sal de ahí”, te quedes; pues la otra persona todavía puede enseñarte más sobre ti.

Sé que esto último que acabo de expresar puede levantar muchas ampollas y que últimamente se habla de “saber poner límites” y estoy de acuerdo con este punto; pero me gustaría preguntarte algo a este respecto.

¿Cómo sales de esa relación? ¿Con crecimiento interior o con tu ego empobrecido?

Los límites también se pueden poner con sabiduría y amor.

María.M.Garrido.

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