EL DOLOR LUMBAR Y EL ÚTERO.

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Los seres humanos somos una unidad compuesta de elementos nada independientes ni separados entre sí. Una construcción material unida por la conciencia energética que también somos y que en muchas ocasiones es menos consciente de lo que pensamos.

Nuestra fisiología es el fiel reflejo de nosotros como entidad y su comportamiento está condicionado, tanto por la información de la que somos conscientes, como la de nuestro inconsciente.

Los seres humanos estamos en un gran viaje de aprendizaje en el que, entre otras habilidades, estamos aprendiendo a gestionar nuestro cuerpo emocional. Nuestro desconocimiento sobre su funcionamiento y manejo hacen que nuestras emociones y sentimientos nos inunden sin apenas darnos cuenta de sus efectos en nuestro cuerpo.

El útero y los ovarios, al igual que las lumbares y la cadera están conectados con el segundo chacra, cuyo nombre es svadhisthana, lo que podría traducirse como «la morada del ser», el cual está íntimamente relacionado con el elemento agua, fundamento de nuestro mundo emocional.

El agua es un elemento yin, principio femenino, energía del número dos, por eso decimos que está relacionado con la dulzura, la sexualidad, la creatividad, la dualidad, la base de nosotros como cuerpo emocional.

Allí se guarda la información energética de nuestros sentimientos y emociones, tanto las de alta vibración como la paz interior o la alegría, como de las de baja, como el miedo o la culpa.

Cuando nos encontramos en equilibrio, este centro energético vibra en sentimientos que nos acercan al bienestar, el placer, la fluidez, la adaptabilidad, la flexibilidad, la abundancia, la dicha; pero cuando entramos en nuestras oscuridades, nos inundan los miedos relacionados con nuestra incapacidad creadora, con la impotencia, la rigidez o la desvalorización.

Mas recordemos que no solo nos afecta nuestro inconsciente personal, sino también el colectivo.

Puede que estemos ante un puente, ante la probabilidad de poder hacer un salto en nuestro proceso de crecimiento personal en el que estamos testeando lo que valemos, nuestra habilidad ante determinado evento de nuestra vida, o la capacidad o impotencia de dejar ir cuestiones pasadas que no podemos cambiar.

O puede que también estemos en un punto de edad en el que nos dirigimos a determinadas fases de la vida como la proximidad o llegada de la menopausia o la jubilación y donde se presupone (inconsciente colectivo) que nos van a pasar determinadas cosas.

La frecuencia vibratoria asociada a estos dos eventos en particular es en este momento de desarrollo colectivo como especie, baja, unida a información sobre el envejecimiento entendido como decrepitud, final, muerte, imposibilidad de creación, desvalorización social y personal, etc., etc., etc.

El simple hecho de la toma de conciencia de que nuestro dolor lumbar pudiera estar relacionado con cómo hemos vivido esta última temporada, con darnos cuenta de a qué tipo de frecuencia ha estado sometido nuestro cuerpo emocional, con si hemos estado imbuidos en un estrés continuado o con el mantenimiento de dudas sobre nuestra capacidad o valor como creadores, tanto si está relacionado con ser padre o madre, como con la manifestación material de un libro, un trabajo o cualquier evento, nos ayudará enormemente a ponerle luz a esa oscuridad.

En ese momento podremos vivir una realidad mágica en el que nuestro cuerpo responde benéficamente ante esa chipa de luz. Parece que todo se puede relajar ante ese insight, ante ese “me he dado cuenta de”. Ese es el umbral por el que puede empezar a pasar la luz. Ahí comienza un transitar, tímido al principio, de la experiencia de sosiego interior, el cual, poco a poco, se irá convirtiendo, reforzado por nuestro afán de cultivo, en un torrente de salud. La “buena” marea que trae la medicina a la playa de nuestro océano emocional.

La “liberación” pasa por ser consciente, y se magnifica ante la elevación de la información.

¡Claro que podemos y, por supuesto, que sabemos!

Lo hago lo mejor que puedo porque pongo mi voluntad en ello, quedarme en las dudas solo me hará ser rígido e inflexible, lo cual reducirá la facilidad del fluir con la vida, de la posibilidad de expresar dulzura y sosiego y poder vivir desde ahí.

Estoy a punto de jubilarme y voy a poder dedicarme a lo que yo quiera sin el estrés del tiempo, de las demandas y exigencias del mundo laboral; hasta ahora no he sabido lo que es tener un hobbie o saborear a mi familia y ahora voy a hacerlo.

He vivido el tiempo suficiente como para que ahora me toca vivir la menopausia, mas ¿cómo la voy a vivir? Como un momento en el que ya no soy útil porque no puedo procrear, lo cual se puede extender a que ya no seré capaz de tener nuevos retos, un nuevo horizonte, algo que traer al mundo, o con la sabiduría que he podido recabar hasta ahora, la cual podré seguir cultivando si pongo mi conciencia en esa vibración.

La forma en la que nuestro cuerpo se expresa es un fiel reflejo de la frecuencia vibratoria que emanamos.

Cuanta más consciencia pongamos, menos posibilidades tendremos de que los programas inconscientes tanto personal como colectivo nos manejen.

Estas son algunas recomendaciones en las que nos podemos apoyar mientras cruzamos ese puente.

  • Meditación enfocada en esta información y en la elevación de la frecuencia vibratoria que hasta ese momento me manejaba.
  • Infusiones de plantas medicinales que me ayuden a drenar, como el cardo mariano, el boldo o la cola de caballo.
  • Ingesta de aceites y grasas saludables que ayuden a mi flexibilidad como el aceite de onagra, omega 3, coco, aguacate, frutos secos al natural, pescado sobre todo azul, AOVE, etc.
  • Alimentos que hayan sido cultivados con luz, con amor, con naturalidad. La ganadería y la agricultura natural consciente.
  • Descanso consciente. Con esto me refiero a que los momentos de descanso sean de “conexión”. Muchas veces hablamos de que necesitamos desconectar y sin darnos cuenta seguimos poniendo nuestra conciencia en ese estrés, en ese agobio. No tratemos de eliminar nada, de bloquear nada, de huir de nada, pues eso es caer en la idea inconsciente de que hay cosas “malas”, sin darnos cuenta de que son justamente las necesarias para nuestro proceso de crecimiento como entidades que somos. Enfoquémonos en vibrar en la paz y el sosiego, en el valor personal, en el merecimiento y la abundancia como conceptos elevados del Ser. Cuando dirigimos nuestra consciencia a que la Luz entre, la oscuridad desaparece sin que tengamos que hacer ningún esfuerzo.
  • Sesiones de osteopatía visceral, masajes drenantes y relajantes para la zona lumbar y terapias que nos ayuden a soltar esta información tanto a nivel físico como emocional.

Somos seres en crecimiento volviéndonos cada día más autónomos. Estamos desarrollando cada día, más y más, la etapa de individuación hasta poder llegar a manifestar la parte más elevada de nosotros como entidad espiritual que también somos. El AMOR es la libertad de que todo pueda ocurrir y la alcanzamos cuando nos “damos cuenta”, cuando permitimos que la Luz entre.

María Garrido Garrido.

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