PEDIR PERDÓN.

¡Qué difícil se nos hace!

¿Quién es el que ha de ejercer clemencia?

¿Quién y con quién se ha de ser suave, indulgente, apacible…?

Yo conmigo no como un acto egoísta, sino sabiendo que tú y yo somos lo mismo.

La simple petición de perdón, como el reclamo de la clemencia que necesito para dejar de sentir esto que me quema, y me recuerda una y otra vez cómo he podido hacer lo que hice ¿me liberará?

Cuando yo me disculpo desde esa energía y esa persona “me perdona”, si acaso lo hiciese, ¿de qué energía estaría hecho?

¿De AMOR?

No.

Porque el perdón llegado así de fuera está hecho del mismo fuego que aún me abrasa por dentro, de la misma pócima que me envenena.

Ese perdón nunca calmará mi pesar.

Todo en la vida es un proceso de aprendizaje y todos los pasos son usados para alcanzarlo.
He hecho lo que he podido porque sabía lo que sabía; no he podido hacerlo de otra forma.

He visto en tus ojos el dolor de mis palabras, y éste me hace reconocer mi propia ignorancia.

Ahora sé algo más; me he dado cuenta.

Gracias por hacerme más consciente de mis actos. Gracias por hacerme crecer. He aprendido. Ahora siento que en mi interior empieza a filtrarse la Luz. Desde aquí te pido perdón.

María Garrido Garrido.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *