Es tan fácil perderse en el mundo…

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Lo sabemos de buena tinta…

Cuando parece que ya sé relajarme (creo que sé), ya nada me hace saltar, ya expreso lo que quiero libremente, ya no me enjuicio, ya no critico… Va, y así, de repente, como quien no quiere la cosa, me encuentro de los pelos por una situación de lo más tonta, de nuevo con una ansiedad que no puedo con ella, con problemas para dormir y con ese eczema en la mano que no me deja en paz.

Esto del desarrollo de la consciencia es como cuando decides ir al gimnasio. Cuando te das cuenta que no puedes seguir así, que algo tienes que hacer por tu cuerpo porque estás fatal. Cogiste unos kilitos, siempre te duele la espalda, te cuesta respirar si haces una caminata de fin de semana… SABES que has de hacer algo por ti y te haces un plan.

Desde hoy, voy a comer súper sano, voy a hacer ejercicio por lo menos cuatro veces a la semana, me quito este flotador en un “pis, pas” y el finde… nada de pasarme. ¡Todo en orden!

Y el lunes empiezas y vas, y sigues, porque tienes muchas ganas, y llega el fin de semana. ¡Estupendo! toca relajarse. Bueno, eso ya… cuesta un poco porque… tuve una semana fastidiada y quedé para tomar una cañita y claro… pero ¡tú te resistes! Y el lunes de nuevo. ¡Cómo cuesta!

Nadie sacó músculo en una semana de gimnasio.

El desarrollo de la consciencia es igual.

Dos cosas son requeridas: buena información, información alineada con la Verdad, y práctica. Bastante práctica. Si no, cuando la vida te haga los test que nos hace para verificar si ya SABEMOS o aún estamos en proceso, pues no pasamos del cuatro.

Pero hay algo que sí SABES seguro. No quieres estar como estabas.

Nada de lo anterior te gusta ni te vale la pena. Ni poder disfrutar de un paseo con los amigos porque no te da el aire, ni pasarte alguna noche en vela pensando en “sabediosqué” o rascándote la mano.

Una y otra vez, empieza de nuevo. Ya sabes dónde NO quieres estar, y el camino que te lleva a un lugar mejor; así que… ten paciencia contigo mismo, vuelve a armarte de ganas y vuelve a entrenar.

María M. Garrido.

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