LA RAÍZ DEL SUFRIMIENTO.

Todo tiene un lugar y su sentido.

Muchos tenemos una opinión sobre cual es la causa del sufrimiento y muy probablemente a ninguno nos falte razón.

Mi opnión pudiera parecer contraria a otras y si bien es diferente, no es opuesta.

Desde mi punto de vista, la causa que subyace al sufrimiento está en la no comprensión de la bondad de la polaridad.

La razón está en el hecho de que solemos entender la polaridad como, una cosa o la otra, en relación a cualquier tema. Esta visión genera una experiencia de tirantez, una tensión dentro de nosotros, un efecto de “tener que elegir”, de “perder” o “eliminar” algo en detrimento de otra cosa.

Toda comparación que nos haga experimentar, pérdida, injusticia, incorrección, rabia, etc., pone delante de nuestra mente la idea de que la polaridad es algo que nos enseña que una cosa es, en detrimento de otra.

Cuando uno compara poniendo en un plato una opción y en el otro la otra, con la idea de elegir una de las dos opciones pensando que la otra no es adecuada, correcta o que no aporta; cuando uno tiene dos grupos, dos posibilidades, dos “algo”, suele tender a poner en detrimento uno frente al otro y aunque tratemos de evitarlo, es complejo no emitir juicios de valor al respecto. En ocasiones lo intentamos, pero nos quedamos en disfrazarlos de opiniones tratando de pulir nuestro discurso con conceptos menos agraviantes o exigentes.

La madera de una encina es más dura que la de balsa y eso es…

Una margarita tiene los pétalos más alargados que los de una rosa y eso es…

La comparación es todo eso que acabo de describir, pero también es la facultad de poder observar la maravillosa diversidad de la Unidad.

Cuando comenzamos a tratar de recordar que la Unidad siempre está escondida en todo, solemos cambiar los conceptos de bueno y malo por correcto e incorrecto, o por deseable o no, por útil o inútil, por adecuado o inadecuado, por algo que aporta o que no aporta; pero pensémoslo detenidamente, todos estos términos emiten juicios de alguna manera, me hacen escoger uno porque es mejor, pero mejor ¿para qué?

La margarita es mejor que la rosa para calmar mi sistema digestivo mas la rosa tiene poder calmante para mi piel.

¿Cuál es mejor?

La respuesta es “a la gallega”. Pues depende de para qué.

Las dos son maravillosas en sí mismas, diferentes y únicas, expresando cada uno de ellas una parte hermosísima de la Unidad.

-Pero a mí no me gustan las margaritas porque son más normales… -y a mí no me gustan las rosas porque me recuerdan a los muertos y además tienen espinas. -Ah! Pero a mí si me gustan porque me recuerdan a aquel novio tan majo que tuve…

Y ahora va una pregunta de esas que algunos declararían “de perogrullo”.

¿Tiene la polaridad bondad en sí misma?

¡Por supuesto!

¿Por qué?

Porque todo procede de Uno, y ello es Bueno, Bello y Verdadero.

Si consideramos que no, estamos dando por hecho de que todo lo que se desprende de la Unidad, podría ser “malo, incorrecto, o no deseable”, mas todo lo que se desprende de ella posee sus mismas características. Otra cosa es que nuestra limitación nos impida poder observarlo.

Por tanto, aunque nosotros no seamos quienes de ver la Bondad, la Belleza y la Verdad de la envidia, de la frustración o de la tristeza, el problema no está en la polaridad en sí misma, es decir en el hecho de que puedan existir dos polos para conocer una cuestión central, sino de nuestra incapacidad para reconocer la unidad de la que parten.

La envidia es una energía que nos impulsa a la superación de los propios límites, por tanto podríamos estar hablando de que la envidia y el anhelo son dos vertientes para el conocimiento del infinito.

La frustración es el fuego que quema para volver a intentarlo tantas veces como sea necesario, el polo opuesto de estar congelado. Podríamos estar hablando de que estas son los dos vertientes para poder conocer que el movimiento es lo que realmente existe siempre.

La tristeza es la vertiente de la alegría, cuyos extremos nos enseñan qué es la felicidad.

La limitación siempre está en la mente que no alcanza a ver, no en la polaridad per se.

La polaridad sólo representa la división de la Unidad en dos partes.

Piensa detenidamente en la frase anterior. ¿Ha producido algún tipo de rechazo en ti?.

Nuestro problema es la estructura que toman todas nuestras concepciones debido a los marcos creados a través de las connotaciones que le otorgamos a los conceptos. Tenemos una idea velada sobre la separación y ahí me reúno con el Budismo cuando nos dice que la causa de todo sufrimiento es el apego.

¿Apego a qué en este caso? A la creencia de que la Unidad no puede existir si uno se cree separado.

Dos (2), es uno (1) más uno (1), nada más.

En mi caso, yo podría pensar en no publicar este texto porque creo que su nivel de aportación será mínimo, porque no muchos me van a entender, etc. Eso provoca cierto nivel de frustración y sufrimiento. ¿Cuál es la razón de esta desazón?

Que no estoy teniendo en cuenta que mi forma de expresarme y de opinar no tiene por qué encajar con la mayoría, que yo también tengo un espacio, que mi forma de escribir o de explicarme es una de las infinitas maneras que tiene la Unidad de poder manifestarse.

En el momento en que entiendo esto, mi experiencia de sufrimiento disminuye considerablemente, de hecho desaparece y me lleno de una experiencia interior de “tener un lugar en el mundo”, de sentirme comprendida, de no ser tachada de ninguna manera, de saber que soy aceptada y amada.

¿Cuál es la experiencia de tu vida que no entiendes y te hace sufrir?

Ese es el punto que te hace creer que estás separado, que hay algo “malo” o “incorrecto” en ti, que no eres aceptado porque no eres “adecuado”, “normal”, etc., te olvidas de que siempre eres amado.

Siempre que te encuentres en una situación que te provoque sufrimiento es porque tienes una visión parcial de la situación.

Somos lo que creemos y en ese momento crees que estás separado.

Ahora simplemente salva esa supuesta distancia, vuelve a acercarte y recuerda que esa experiencia está tratando de recordarte qué es la Unidad, el AMOR, lo Bello, lo Bueno y lo Verdadero.

María Garrido Garrido.

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