SABER RECIBIR PERDÓN.

Todo en la vida es una escalera múltiple de ascenso, de evolución.

Es múltiple porque está conformada por diferentes ramas, las cuales se podrían re-unificar en dos: nuestro desarrollo mental y nuestro desarrollo emocional; y finalmente en una, nuestro desarrollo espiritual.

Que esa sea nuestra esencia no significa que lo demás no exista o no tenga valor, pues todo ocurre para que el reconocimiento de lo que somos pueda ser experimentado.

En el momento en que te das cuenta de esto, es más fácil reconocer que las experiencias que nos suceden son los diferentes peldaños que nos ayudan a crear y a transitar por nuestra escalera particular.

Existe un momento en el que desarrollamos nuestra emocionabilidad, y por ejemplo, nos damos cuenta de que el otro está experimentando sufrimiento o dolor como consecuencia de nuestros actos. Este es el momento en que aprendemos a pedir pedir perdón.

En el ascenso por la escalera particular de nuestro cuerpo emocional, tenemos otros escalones por encima de la emocionalbilidad, como por ejemplo, el desarrollo de la sensibilidad, la empatía, y más allá.

En la escalera particular de la emoción y su parte específica relacionada con el perdón, cuando ya sabemos pedirlo, empezamos a darnos cuenta de que realmente no hay nada que perdonar, pues el mal y el bien son conceptos mentales para poder reconocernos a ti y a mi como un único ser. ¡Qué maravillosa experiencia!

Cuando empezamos a explorar este escalón, esta es la información que empezamos a manejar, mas al principio es algo “sobre el papel”, un concepto mental, algo que conocemos pero que aún no podemos vivir plenamente.

¿Qué sientes cuando le dices a alguien, no hay nada que perdonar?

¿Sientes paz interior, alta vibración, AMOR?

Si no experimentas eso dentro de ti ni a nivel emocional ni a nivel físico, es porque ese escalón todavía no está plenamente construido y por tanto, aún no te puedes apoyar en él para seguir ascendiendo por tu escalera.

¿Cómo es posible no sentir paz interior o alta vibración cuando alguien te pide perdón? ¿Acaso no lo estoy sintiendo?

Permítete experimentar qué sientes. ¿Puedes reconocer que el que alguien te pida perdón puede serte algo “difícil”?

En el desarrollo de este escalón percibimos que ¡claro que esa persona puede pedirnos perdón! ¡cómo no! ¡la libertad consiste en que cada uno pueda hacer lo que quiera!

Esa persona está usando su libre albedrío para aprender y para enseñar, pues todo es siempre recíproco. ¡Natural! pues realmente no hay nada separado ya que tú y yo somo una sola esencia.

Esa persona puede decir y hacer lo que le de la gana porque es libre de poder hacerlo, pero ¿eres tú capaz de recibir esas palabras? ¿Eres capaz de aceptarlas? ¿Eres capaz de manejar esa energía? O ¿tienes que hacer fuerza de alguna manera al recibirla?

Pudiera ser que haya algo que aún tienes que gestionar…

Ayer trataba de poner un ejemplo para tratar de explicar la experiencia de saber recibir perdón.

Muy probablemente es mi necesidad tener que expresarlo, pero en este momento me gustaría que trataras de no poner ninguna connotación a la edad de los dos personajes que voy a exponer a continuación. Es simplemente una forma para poder explicar este fenómeno.

Imagínate que hay dos personas manteniendo una relación. Una tiene 40 años y la otra tiene 3. Estas dos personas están jugando a los piratas y para eso están ataviados consecuentemente para poder introducirse en su papel correspondiente. Traje, parche en el ojo y espada.

La persona de 40 años es consciente de que esto es un juego, pero eso no le impide en absoluto vivir plenamente la experiencia, disfrutarla y compartir ese momento con la otra persona.

La persona de 3 años vive también esta experiencia. Es consciente de que es un juego pero no hasta el mismo punto que la de 40.

En el desarrollo del juego, la de 3 años hiere a la de 40 con su espada, ésta se queja, mas sabe que todo es un juego, que no puede sufrir ningún daño, que las heridas no son mortales, ni siquiera serias, mas este hecho no es vivido de la misma forma por la de 3 años.

Ella ve algo de sangre y el gesto momentáneo de dolor de su compañero y su cuerpo emocional se mueve. Este hecho hace que ser dirija hacia su amigo para por ejemplo, abrazarle, mostrarle afecto y pedirle perdón.

La reacción más habitual cuando el peldaño de saber recibir perdón no está plenamente instaurado seria, “no pasa nada, esto no es importante, etc.”

Ahora imagínate esta otro posibilidad en la que la persona de 40 años simplemente recibiera ese abrazo y no dijese nada dejándose empapar por esa energía.

¿Cómo podía ser posible que la persona de 3 años pudiera desarrollar su emocionabilidad, su sensibilidad, su capacidad empática, sino hubiese alguien que pudiese gestionar esa energía lanzada?

Y ¿Cómo podría la persona de 40 años conocer más aún qué es el AMOR, la Gracia y la plenitud de la paz interior?

Todo está ensamblado para que cada uno de nosotros podamos experimentar un sólo hecho, re-conocer quiénes somos y lo hacemos germinando, creciendo y experimentando todo lo escalones del juego de forma única y particular.

Vemos el “juego” en el escalón más abajo del que estamos, pero nos cuesta verlo en el que estamos construyendo.

María Garrido Garrido.

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